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lunes, 26 de octubre de 2009

Concepción materialista de la historia en Karl Marx (y II)



2. ECONOMÍA, POLÍTICA E IDEOLOGÍA. ESTRUCTURA Y SUPERESTRUCTURA

Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la materia orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero oculto hasta él bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.; que, por tanto, la producción de los medios de vida inmediatos, materiales, y por consiguiente, la correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o de una época es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas religiosas de los hombres, y con arreglo a la cual deben, por tanto, explicarse, y no al revés, como hasta entonces se había venido haciendo. Discurso ante la tumba de Marx. F. Engels

La historia de la humanidad puede verse, entonces, como una sucesión de modos de producción. A cada modo de producción le corresponde un “modelo ideológico” diferente, con un derecho, una política, un arte y una religión. Este modelo ideológico es lo que Marx llamó “superestructura”. La superestructura viene “pegada”, digamos, a la estructura económica de la sociedad, depende de ella.

Los términos “estructura” y “superestructura” están muy bien escogidos. Imaginémonos un edificio en construcción: los albañiles acaban de terminar la estructura de hormigón que sostendrá el bloque de varias plantas. Esta estructura básica son los cimientos, los pilares, los muros y las vigas. Sobre ella se levantarán luego las paredes exteriores y los tabiques (paredes que no soportan peso), y el resto de cosas que vemos en un edificio, como las puertas, ventanas, escaleras… y sobre todo la pintura y los adornos.

La superestructura se pega sobre la estructura, es lo que se ve a simple vista, pero no es ni mucho menos lo más importante. Para conocer realmente una sociedad hay que fijarse en su estructura material o económica, no en los libros de los filósofos ni en la vida de los reyes (la pintura de las habitaciones y los cuadros del pasillo), porque generalmente estas cosas no son más que simple decoración.

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Las instituciones políticas, las concepciones jurídicas y las ideas artísticas y religiosas de las personas deben explicarse por la Economía de su sociedad, “y no al revés, como había venido haciéndose”.

Pongamos algunos ejemplos:

- Sobre las concepciones jurídicas. Durante siglos, los nobles (y la Iglesia) han estado exentos de pagar impuestos al rey de turno, entre otros privilegios legales. Cuando al fin esto cambió, algún ideólogo de la superestructura podría haber dicho (probablemente se hizo) que se habían dado cuenta, como se piensa ahora, que la ley debe ser igual para todos.

El/la investigador/a de la estructura encontraría sin duda otras razones: por ejemplo, los privilegios legales de los nobles se abolieron en tal país en el mismo momento en que la burguesía, que sí pagaba impuestos y carecía de otros privilegios, alcanzó el poder político gracias a su nuevo potencial económico. ¿Casualidad?

- Sobre las instituciones políticas. A la pregunta ¿cuándo empezó a haber instituciones políticas que (al menos en teoría) representen al pueblo? El teórico que vive en la superestructura (un hegeliano, por ejemplo) responderá: cuando la idea de que eso era lo justo y necesario se presentó en la mente de los dirigentes.

El otro, el que busca las claves en el fondo económico y material, responde: empezó a haber instituciones políticas que representan al pueblo cuando éste, convertido ya en el productor sobre el que se sustenta la economía de la sociedad, tomó conciencia de ello. Una vez que conoció su fuerza empezó a hacer uso de ella por medio de sus principales armas: la solidaridad obrera y las huelgas. Los dirigentes capitalistas no tuvieron más remedio que hacer ciertas concesiones para no verse arrollados y arruinados por el empuje obrero. Entre estas concesiones estaba la de crear instituciones que representasen (al menos en teoría) al pueblo.

- Sobre otras ideas. Marx escribe: “El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia.” Es decir que cada uno tiene las ideas que tiene dependiendo de cómo sea la sociedad en la que vive y dependiendo también del lugar que ocupe dentro de esa sociedad.


3. LA LUCHA DE CLASES COMO MOTOR DE LA HISTORIA

Según la concepción materialista “la historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases”.


No hay mejor actividad en este punto que seguir leyendo las primeras páginas del Manifiesto Comunista (para leer entero este texto ver bloque 4).

Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases.
Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca yv abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes.

En los tiempos históricos nos encontramos a la sociedad dividida casi por doquier en una serie de estamentos , dentro de cada uno de los cuales reina, a su vez, una nueva jerarquía social de grados y posiciones. En la Roma antigua son los patricios, los équites, los plebeyos, los esclavos; en la Edad Media, los señores feudales, los vasallos, los maestros y los oficiales de los gremios, los siervos de la gleba, y dentro de cada una de esas clases todavía nos encontramos con nuevos matices y gradaciones.
La moderna sociedad burguesa que se alza sobre las ruinas de la sociedad feudal no ha abolido los antagonismos de clase. Lo que ha hecho ha sido crear nuevas clases, nuevas condiciones de opresión, nuevas modalidades de lucha, que han venido a sustituir a las antiguas.
Sin embargo, nuestra época, la época de la burguesía, está caracterizada por haber simplificado estos antagonismos de clase. Hoy, toda la sociedad tiende a separarse, cada vez más abiertamente, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases antagónicas: la burguesía y el proletariado.

En última instancia, la lucha de clases no es más que la lucha contra la explotación. Una lucha entre los/as explotados/as contra los opresores.


4. LA REVOLUCIÓN COMO UN CAMBIO EN LAS RELACIONES DE PRODUCCIÓN

¿Cómo y por qué se da el paso de un modo de producción al siguiente?

Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí.


Con un ejemplo lo veremos más fácilmente. Lo tomamos de Marx, cuando habla de la acumulación originaria del capital, en El Capital, cap. XXIV.

En la Edad Media, la propiedad de los medios de producción y del suelo era mayoritariamente individual. Pequeños propietarios, como los campesinos y los artesanos, trabajaban y vendían sus productos individualmente.

Pero llegado un momento se descubrió cómo hacer crecer las fuerzas productivas muy por encima de donde estaban: la primera fase del capitalismo, la cooperación simple y su división del trabajo dentro de una fábrica.

Para los artesanos y los pequeños campesinos era el principio del fin. Primero, porque con el nuevo método la producción se multiplicaba y los costes se abarataban, así que ellos no podrían competir con precios tan bajos. Segundo, porque el nuevo burgués usó de todas las armas a su alcance para quedarse con el monopolio del negocio, desde la competencia hasta la violencia, pasando por un Derecho hecho a la medida de sus intereses.

El modo de producción feudal de pequeñas propiedades no podía contener las nuevas fuerzas productivas, que al desarrollarse transformaron toda la superestructura ideológica y política. La propiedad privada de cada individuo sobre sus instrumentos de trabajo desapareció. El artesano se vio obligado a trabajar para otro, junto a sus compañeros desposeídos. El campesino se vio obligado a labrar una tierra que no era suya, que quizás lo había sido, pero que había tenido que venderla o simplemente se la quitaron con la ley o la espada en la mano.

En la superestructura el conflicto se vivió como una lucha entre dos modos de vida contrapuestos, y en realidad lo eran: dos modos de producción diferentes con su caparazón ideológico distintivo.

La nueva clase social, la burguesía, con su nueva forma de hacer las cosas, dinamitó los cimientos de la sociedad feudal. Los cambios en la Estructura Económica, provocados por el desarrollo de las fuerzas productivas puestas en juego por la burguesía, revolucionaron la estructura de la sociedad. Con la burguesía nació otra nueva clase social, la de los trabajadores asalariados o proletarios.


5. LA REVOLUCIÓN COMUNISTA

Las relaciones burguesas resultan demasiado estrechas para contener las riquezas creadas en su seno. ¿Cómo vence esta crisis la burguesía? De una parte, por la destrucción obligada de una masa de fuerzas productivas; de otro, por la conquista de nuevos mercados y la explotación más intensa de los antiguos. ¿De qué modo lo hace, pues? Preparando crisis más extensas y más violentas y disminuyendo los medios para prevenirlas.

Las armas de que se sirvió la burguesía para derribar al feudalismo se vuelven ahora contra la propia burguesía.

Pero la burguesía no ha forjado solamente las armas que deben darle muerte, ha producido también los hombres que empuñarán esas armas: los obreros modernos, los proletarios.” K. Marx. Manifiesto Comunista.

Las crisis de superproducción y la destrucción de la producción y de las fuerzas productivas revela claramente que el sistema de relaciones burguesas ha quedado desfasado. Se ha hecho necesario un movimiento social que libere definitivamente esas enormes fuerzas productivas y revolucione la superestructura que se resiste a ser superada.

Este movimiento social es la Revolución Comunista.

La producción social debe ser organizada racionalmente, atendiendo a las verdaderas necesidades de toda la sociedad.

La propiedad privada de unos pocos sobre la tierra y los medios de producción y distribución, debe ser abolida. Así como la producción es social, debe beneficiarse de ella el común de la sociedad.

5. 1. La abolición de la propiedad privada

Esta idea de la abolición de la propiedad privada en que se resume, según Marx, la teoría comunista, merece por ello un tratamiento aparte. Para escuchar al propio Marx sobre ello podemos irnos al principio del Capítulo II del Manifiesto Comunista: Proletarios y Comunistas.

Allí nos aclara lo siguiente: al hablar de abolición de la propiedad privada no se refiere a la propiedad “personalmente adquirida, fruto del trabajo propio, esa propiedad que forma la base de toda la libertad, actividad e independencia individual.”

Tampoco se refiere a la propiedad del artesano pequeño-burgués ni del pequeño campesino, que aún sobreviven compitiendo con las fábricas y los latifundios, porque precisamente esa pequeña propiedad ha sido abolida por la moderna burguesía industrial casi en su totalidad. (Recordemos el paso del modo de producción feudal al modo capitalista)

La propiedad privada que tiene que abolir la Revolución Comunista es la propiedad de la burguesía moderna, que únicamente acrecienta el Capital a través del trabajo asalariado.

¿Acaso el trabajo asalariado o proletario crea propiedad para el obrero?, se pregunta Marx. De ninguna manera, responde. “Lo que crea es capital, es decir la propiedad que explota al trabajo asalariado y que no puede acrecentarse sino a condición de producir nuevo trabajo asalariado para volver a explotarlo.”

El proletario se mueve en un círculo cerrado, su trabajo consiste en enriquecer al Capital que le explota y a los propietarios del mismo, para que puedan seguir explotando más y mejor a los de su clase social.

¿Cómo es esto posible? ¿Cómo es posible que el trabajo asalariado empobrezca a los trabajadores como conjunto en vez de enriquecerlos?

En el impresionante trabajo de Marx El Capital encontramos la detallada respuesta a éstas y otras muchas cuestiones.

5.2. De la dictadura de la burguesía a la desaparición del Estado

Según Marx, el primer acto del proletariado tras la toma del poder político es la abolición de la propiedad privada. Los medios de producción pasan a ser propiedad de toda la sociedad.

Esta medida inaugura la primera fase de la Revolución comunista, llamada la “dictadura del proletariado” en contraposición a las dictaduras burguesas. En general, en esta fase se adoptarían medidas económicas, políticas y culturales encaminadas al beneficio de toda la sociedad. Al haber desaparecido los privilegios de clase, éstas irían desapareciendo.

La segunda etapa, el comunismo, es el objetivo último de la Revolución. Es una época de abundancia y plenitud, hecha posible por unos medios de producción desarrollados y puestos al servicio de toda la sociedad. Incluso el Estado, visto como un cuerpo político aparte y por encima de la sociedad, acabaría desapareciendo. En esta etapa “El gobierno de los hombres sería sustituido por la administración de las cosas”.


A MODO DE CONCLUSIÓN

Mi investigación desembocaba en el resultado de que, tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que radican, por el contrario en las condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel, siguiendo el precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de “sociedad civil”, y que la anatomía de la sociedad hay que buscarla en la Economía Política”. {…} El resultado general a que llegué y que, una vez obtenido, sirvió de hilo conductor a mis estudios, puede resumirse así: en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre al que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella.” Prólogo de la contribución a la crítica de la Economía Política. Karl Marx (texto 2 del bloque 4)



*Estos materiales pertenecen a la colección Acercarse a Carlos Marx, elaborada por Atrapasueños para la Fundación de Investigaciones Marxistas

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