
En este texto clásico, titulado Las tres fuentes del Marxismo, Lenin enumera y expone brevemente estas tres fuentes: lo mejor de la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés.
La doctrina de Marx suscita en todo el mundo civilizado la mayor hostilidad y el mayor odio de toda la ciencia burguesa (tanto la oficial como la liberal), que ve en el marxismo algo así como una "secta perniciosa". Y no puede esperarse otra actitud, pues en una sociedad regida sobre la lucha de clases no puede haber una ciencia social “imparcial”. De un modo u otro, toda la ciencia oficial y liberal defiende la esclavitud asalariada, mientras que el marxismo ha declarado una guerra implacable a esa esclavitud. Esperar una ciencia imparcial en una sociedad de esclavitud asalariada, sería la misma pueril ingenuidad que esperar de los fabricantes imparcialidad en cuanto a la conveniencia de aumentar los salarios de los obreros, en detrimento de las ganancias del capital.
Leer más...
Pero hay más. La historia de la filosofía y la historia de las ciencias sociales enseñan con toda claridad que no hay nada en el marxismo que se parezca al “sectarismo”, en el sentido de una doctrina encerrada en sí misma, rígida, surgida al margen del camino real del desarrollo de la civilización mundial. Al contrario, el genio de Marx estriba, precisamente, en haber dado solución a los problemas planteados antes por el pensamiento avanzado de la humanidad. Su doctrina apareció como continuación directa e inmediata de las doctrinas de los más grandes representantes de la filosofía, la economía política y el socialismo.
La doctrina de Marx es todopoderosa porque es exacta. Es completa y armónica y ofrece a los hombres una concepción del mundo íntegra, intransigente con toda superstición, con toda reacción y con toda defensa de la opresión burguesa. El marxismo es el sucesor legítimo de lo mejor que la humanidad creó en el siglo XIX: la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés.
Vamos a determinar brevemente en estas tres fuentes del marxismo, que son, a la vez, sus tres partes integrantes (Tres fuentes del marxismo. V.I. Lenin).
Vamos a determinar brevemente en estas tres fuentes del marxismo, que son, a la vez, sus tres partes integrantes (Tres fuentes del marxismo. V.I. Lenin).
Engels y Marx mismo eran conscientes de que éstos eran pilares básicos de su pensamiento, así que, remedando a Lenin en su esquema, intentaremos explicar de forma clara estas tres fuentes que convergen en el río del pensamiento de Carlos Marx.
1. LA FILOSOFÍA ALEMANA
1.1. Hegel y la dialéctica
El término dialéctica viene de la Grecia Clásica y está relacionado con diálogo, con lo que no es raro que Platón llamase dialéctica a la forma de conocimiento más elevado si recordamos que todas sus obras están escritas en forma de diálogo. El sentido que le da Hegel tiene también mucho que ver con el diálogo.
Para Hegel la dialéctica es un esquema lógico, un método del pensamiento por el que las ideas se suceden unas a otras y van desarrollándose. Este esquema, aplicado a la realidad, da como resultado una concepción del mundo que va progresando a lo largo del tiempo gracias a sucesivas contradicciones.
Veamos primero en qué consiste el método dialéctico y luego veremos algunas aplicaciones que nos permitirán entenderlo mejor.
La dialéctica para Hegel es un proceso que tiene tres momentos:
- El Primero de ellos es la Tesis, posición o afirmación.
- El Segundo la Antítesis, negación o contradicción.
- El Tercer momento es la Síntesis, la negación de la negación o la superación de la contradicción.
Podemos poner un ejemplo del mismo Hegel, lo que él llamó “la dialéctica de la libertad”:
- Posición: todos deseamos ser absolutamente libres, sin trabas en forma de reglas que nos impidan hacer lo que queramos.
- Contradicción: descubrimos que algunas reglas, como las de no pegarnos o robarnos unos a otros nos benefician porque vivimos más tranquilos, así que sacrificamos nuestra libertad.
- Superación de la contradicción: terminamos considerando que reglas como las contrarias a la violencia o al robo no son límites a nuestra libertad, sino que parte de nuestra libertad está precisamente en acatar dichas reglas, en elegir seguirlas libremente.
Lo que antes era contradicción ha quedado superado y englobado dentro de nuestra libertad. En este tercer momento hemos hecho síntesis de los dos anteriores, nos seguimos sintiendo libres habiendo superado la contradicción de la antítesis. Puede decirse que hemos avanzado, que nuestro movimiento ha sido de progreso.
Una imagen que nos puede dar una idea del progreso dialéctico es una espiral en movimiento, la síntesis anterior se convierte en la tesis del siguiente círculo y así sucesivamente. Por lo tanto, pensar dialécticamente consiste para Hegel en buscar las relaciones de oposición de los conceptos, superarlas, e integrar lo obtenido en una totalidad superior a la que a la vez se le encuentra una relación de oposición que será a su vez superada...
Aplicando este esquema a la Historia podemos entender con Hegel que los procesos históricos no tienen un desarrollo progresivo y lineal, sino, como hemos visto, un desarrollo de tipo circular o espiral.
Aplicando este esquema a la Historia podemos entender con Hegel que los procesos históricos no tienen un desarrollo progresivo y lineal, sino, como hemos visto, un desarrollo de tipo circular o espiral.
Pero, ¿cuál era para Hegel el motor de ese movimiento dialéctico que encontramos en el desarrollo de la Historia? ¿Qué es lo que hacía progresar el mundo paso a paso, síntesis a síntesis? Era el Espíritu o la Idea.
Hegel ve la Historia de la Humanidad como el desarrollo de la Idea según el esquema dialéctico. Lo que hace la Idea es llegar al autoconocimiento en este recorrido.
1. La idea en sí, se afirma a sí misma en la existencia. Tesis.
2. La Idea se sitúa fuera de sí, queda alienada o enajenada, se ve a sí misma desde fuera. Antítesis.
3. La Idea para sí. La idea supera la contradicción y vuelve a estar consigo misma, pero al verse desde fuera se ha conocido, ha llegado a la autoconciencia. Por haber llegado al conocimiento de sí misma, en este tercer momento se dice que la Idea es para sí, en vez de en sí.
1. 2. Feuerbach y la Alienación Religiosa
Desde su punto de vista ateo y materialista Feuerbach tenía que responder ante la evidencia de que muchos hombres, tal vez mayoría, creyesen en cosas tales como Dios y un mundo futuro en el que prevalecería la justicia y en el cual se verían recompensados o castigados los actos realizados en éste.
Para responder centró su atención en el Hombre, en vez de hacerlo en preguntas que requerían respuestas metafísicas sobre, por ejemplo, la inexplicable existencia del mundo o de Dios. Tal vez por ello se dice que su ateísmo es humanista.
Y una vez centrada la atención en los hombres, Feuerbach se da cuenta de que las cualidades con que éstos pintan a los dioses son precisamente las que ellos desean para sí, y que las características con que imaginan el “otro mundo” son exactamente las que echan en falta de éste. Dios es inmortal y todopoderoso. En el “cielo” reinan la justicia, la abundancia, la armonía, la permanencia... todo aquello de lo que se carece en la tierra. Todas estas ideas de seres y mundos inmateriales no son más, entonces, que ilusiones que tienen los hombres como compensación a las miserias y desgracias de este mundo. El origen de la religión es completamente psicológico, la razón de la existencia de las ideas religiosas hay que buscarla en este mecanismo de la mente humana que inventa mundos y seres maravillosos para compensar el sufrimiento real.
Gracias a este mecanismo psicológico de invención de ilusiones, el hombre religioso ha quedado “alienado”. El término viene del latín, alienus, que significa “ajeno”, así que un hombre alienado es un hombre ajeno a sí mismo. Un hombre alienado es, entonces, un hombre cuya esencia de hombre le es ajena, cuya esencia está en algo exterior a sí mismo o su humanidad.
Un hombre alienado por la religión es un hombre que pone su esencia en las ideas religiosas y se olvida de sí mismo. Por ejemplo, está en la esencia humana el ser feliz y buscar la felicidad, pero un hombre alienado por la religión traspasará su felicidad a ese mundo futuro en vez de buscarla y cumplirla en este mundo, el único que conoce.
Sin embargo, cuando el hombre llega darse cuenta de esto, de que él mismo es el creador del Ser Superior al que se ha subordinado, alcanza la autoconciencia y se libera de la alineación.
Siguiendo el patrón del esquema dialéctico, lo que Feuerbach ha hecho es sustituir la idea de la Idea por la idea de Hombre. Usa la dialéctica como ley del desarrollo humano, igual que Hegel la usó como ley de desarrollo histórico o de desenvolvimiento de la Idea.
1. El Hombre en sí. (Que no se conoce)
2. El Hombre fuera de sí. Se proyecta a sí mismo, perfeccionado, al exterior, e inventa a Dios, un Ser Superior al que se subordina. Queda alienado por la religión
3. El Hombre para sí. Ha descubierto, “al verse desde fuera”, que los atributos que le daba a Dios son sus propios atributos. Al conocerse a sí mismo, y con ello la raíz de su alineación, la hace desaparecer.
1.3. Marx, de la Alienación a la Explotación
a) Las dos relaciones fundamentales del Hombre (de la persona).
Marx hace la siguiente crítica a Feuerbach: Feuerbach no es materialista porque cuando nos habla del hombre lo hace como de una idea en abstracto, sin tener en cuenta sus relaciones con la Naturaleza y con lo demás hombres.
Cuando Marx piensa en los hombres lo hace teniendo en cuenta estas relaciones, porque estas relaciones son parte integrante e indispensable de lo que es una persona. Imaginemos la diferencia entre el hombre de Feuerbach y el hombre de Marx.
Lo primero que Marx encuentra de su hombre es que necesita comer para vivir, y para comer transforma la naturaleza sacando provecho de ella: recolecta frutos, caza, cultiva la tierra, pastorea… Las personas, para vivir, para seguir siendo personas, necesitan producir una serie de cosas, empezando por los alimentos y siguiendo por la ropa, los instrumentos de caza y cultivo, lo necesario para su cobijo, etc.
La producción de esta serie de cosas es la actividad fundamental que tienen que llevar a cabo los hombres. Antes que hacer cualquier otra cosa, inventar las matemáticas, descubrir leyes físicas, pensar en Dios…, los hombres tienen que tener cubiertas sus necesidades básicas.
Estas necesidades, esta exigencia de producir para vivir, la cubre la transformación de la naturaleza. También absolutamente fundamental son las relaciones que los hombres mantienen con sus semejantes, a los que se encuentra unido, además de por lazos afectivos, por la necesidad que tienen de producir.
Escuchemos a Marx en su Trabajo asalariado y Capital: “En la producción, los hombres no actúan solamente sobre la naturaleza, sino que actúan también los unos sobre los otros. No pueden producir sin asociarse de un cierto modo, para actuar en común y establecer intercambio de actividades. Para producir, los hombres contraen determinados vínculos y relaciones, y a través de éstos vínculos y relaciones sociales, y sólo a través de ellos, es como se relacionan con la naturaleza y como se efectúa la producción.”
Estas relaciones de producción pueden tomar y de hecho han tomado diferentes formas a lo largo de la Historia del hombre. Entre la ayuda mutua y la esclavitud más violenta existe un amplio abanico de formas de producción y formas de explotación que podemos adivinar nosotros mismos. Nos puede servir de ayuda hacer un recorrido histórico: Antigüedad (esclavitud violenta o a la fuerza), Edad Media (Feudalismo y relaciones de vasallaje), Capitalismo (esclavitud asalariada)…
b) De la alienación religiosa a la explotación económica
Empezamos con Feuerbach hablando de Religión y hemos terminado hablando de Economía. ¿Cuál es, para Marx, la relación entre ambas?
Para Marx el problema de la alienación religiosa tiene, mayormente, una solución económica. Según Feuerbach la persona alienada por la religión lo es porque le faltan las cosas necesarias para ser feliz en este mundo, así que lo primero que hay que hacer, piensa Marx, es darle precisamente esas cosas que le faltan y que le permitirán buscar su propia felicidad. En un mundo sin miseria, piensa Marx, la religión no tendría razón de ser.
La alienación o explotación económica consiste, más o menos, en que los productos de tu trabajo te son alienados por una fuerza ajena que se los apropia y los hace suyos. Acabando con esta explotación que produce miseria se acabaría, según Marx, con ese otro problema que parece tan lejano.
SIGUIENTE ARTÍCULO: Las fuentes del pensamiento de Karl Marx (y II)
*Estos materiales pertenecen a la colección Acercarse a Carlos Marx, elaborada por Atrapasueños para la Fundación de Investigaciones Marxistas
No hay comentarios:
Publicar un comentario